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MI MARIDO CONFIESA, Segunda parte

Cuando entro en fase de víctima , empiezo a cuestionar a Mr. F sobre su vida paralela. Quería saber hasta el más mínimo detalle. Masoquismo puro. Le hago mil preguntas. Desde su infancia, época escolar, los curas, los Scouts, en fin, todo lo que se me había pasado por la cabeza. Y en vez de entablar un diálogo alturado, me responde molesto, como si lo estuviera ofendiendo.

Después que me había jurado que ya no tenía más companias, pude leer por su actitud que las seguía teniendo. No tenía otro, tenía otros, varios. Jamás revisé un celular, ni una computadora, ni una camisa. No es mi estilo ni nunca lo ha sido. Pienso que la persona que está haciendo algo indebido tiene suficiente con el peso de su conciencia. Jamás permitió que nadie tocara su celular ni su computadora.


Las preguntas, sobre si tenía otra, habían comenzado después de los 10 o 15 años de matrimonio, su actitud cambió, la intimidad era casi nula, el cuento del estrés ya no se lo creía ni él mismo. Habíamos visitado varios médicos en el colmo del cinismo.

Paralelamente, mi situación de salud no era de las mejores. Entre otras enfermedades fui diagnosticada y operada del papiloma virus. Yo nunca estuve con otro hombre. Él fue el primero y el único. Ahora entendía muchas cosas. Entendía hasta porque se molestó cuando se enteró que me tenía que operar. Estaba molesto con la vida. Yo estaba preocupada por mi salud así que ni importancia le di a su ofuscación.

Una vez terminada la operación, el médico me explicó los pormenores y me pregunta si puede hacer pasar a mi marido. Accedo. Le explica. Y me sale esa rabia acumulada a la que le di rienda suelta ahora, bajo los efectos de la anestesia. Le pregunto al doc, "¿Me habrás quitado todas las telas de arañas con las que te debes haber encontrado?", el doctor me mira y suelta una carcajada. Mr. F se dio media vuelta y no lo volví a ver hasta que me sacaron en silla de ruedas de la sala de recuperación. Me llevó en la silla hasta el estacionamiento donde lo esperaba el carro con el chofer. Me estaba empujando, y aprovechando la pendiente me soltó, no sin antes darme un pequeño impulso. Pude sentir su rabia. El chofer salió a mi encuentro, pensando que era un juego y me llevó hasta el carro. Mr. F marcaba mil. Llegamos a la casa. Me abrió la puerta de calle y se fue. Acababa de despachar un bulto, eso fue lo que sentí. No me ayudó a subir las escaleras. Salía de una anestesia general. Estaba adolorida. No le importó. Todavía seguía sorprendiéndome. Esto era un tema de humanidad. Estoy segura que si hubiese habido algún testigo indiscreto, se hubiese comportado diametralmente de manera opuesta

Sé que algunas mujeres por no perder su matrimonio y sabiendo ya la situación en la que se encuentran tratan de negociar. Prometen, ofrecen, negocian, eso a mí no me pasó por la cabeza. Ya estaba suficientemente desilusionada. Sabía que podía responsabilizarme por mis hijos sin problema. Lo había hecho siempre. No tenia miedo a la soledad. Ya éramos muy amigas y disfrutábamos estando juntas. La convivencia se hacía cada más difícil. Lo único que me daba oxígeno era sus viajes semanales, quincenales o mensuales.

Cuando entro en la fase depresiva y comienzo a cuestionarme mi valor como mujer, ya había salido el "maravilloso" y "atinado" comentario “ya no me atraes como mujer” mi amor propio, mi valor como persona, el tema sexual, estaban bastante mellados lo que ocasionó que termine aislándome de mis amigas más aún. Aislándome de la vida. Hacía lo indispensable. Estaba en automático. Ya no sonreía. Ya no podía más.

Mis padres, mis hermanos me miraban con ojos de crítica, cuestionaban mi mala cara, mis amigas me censuraban porque ya no iba a ningún evento. Si no fuera por mi amiga Anita qué nunca se rindió, insistió, no siempre con éxito, pero logró sacarme de los pelos en varias ocaciones. Esa amiga querida, me llevó al teatro, al cine, a comer. Me acompañó a recoger hijos, en la madrugada, de las fiestas. Caminamos varias veces por semana y hablamos de la inmortalidad del mosco hasta cómo arreglaríamos el mundo. Anita no entendía por qué en una obra de teatro donde todos se reían a morir yo lloraba como una descocida. Es que el cuerpo busca por dónde botar las lágrimas para no reventar. Literalmente una persona se hincha sino llora y yo sentía que iba a explotar. Las lágrimas salían en las circunstancias mas inesperadas.

No sé que hubiese hecho de mí, de mi sanidad mental, ya bastante mermada. sin las ocurrencias y la compañía de Anita.

Las personas no tienen ni idea por lo que uno está pasando, solo juzgan la reacción, las faltas, el mal humor. Nunca nos detenemos a pensar qué hay detrás de todo eso.

Yo tenía todo para ser feliz y mi deber era serlo. ¿Engreimientos? ¿Caprichos? ¿En serio? Nunca nadie se acercó a preguntarme, si me pasaba algo.

Claro, yo tampoco lo comuniqué.

No, lo único que yo escuchaba era ya no vas a ningún sitio, no se puede contar contigo, todo el día con cara de fastidio, tu marido se va aburrir de ti. ¿Es en serio? ¿O yo estaba aburrida de él? ¿es que eso no es posible en una sociedad machista?

Uno se va aislando más y más. Quizás hay vergüenza, culpa, una variedad de sentimientos, sentimientos encontrados.

Llegó el punto que mis perros se convirtieron en mi mejor compañía, no preguntaban no juzgaban, solo estaban allí, dando lo que sabían dar: amor

En poco tiempo, mis hijos que deberían estar hartos de tener una mamá mueble dieron la voz de alarma y consideré que ya era el momento de dar por finalizado el tema. No podía esperar más. Hablé con mis hijos, hablé con mis papás y le pedí a Mr. F que se fuera de la casa. No lo quería hacer. Se puso difícil. Se hacía él que no entendía. No escuchaba. Las actitudes de siempre. Se demoró. Puso a prueba mi paciencia más aun hasta que no le quedó más remedio que entender que esa era su única opción.

No se fue un día cualquiera, no, las cosas se hacen bien hechas o no se hacen. Se fue el día del padre, después de almorzar, así sus hijos jamás olvidarían ese día. Se fue diciendo, además, que yo mentía y que él, no era gay. Esto me trajo muchos problemas con mi hija menor, que algunos meses después, me enfrentó como una leona, acusándome de faltar a la verdad. Mr. F le había había dicho “Mírame a los ojos, yo no soy gay, tu mamá miente” Le expliqué con toda tranquilidad que no había necesidad de faltar a la verdad. El tiempo, a veces, tarda pero que me daría la razón. Y yo sabría esperar. No puedo entender cómo puso a su propia hija en una situación de confusión semejante. No entiendo qué estaba tratando de probar.

Todo había sucedido muy rápido. A los pocos meses, me encontré a punto de dejar la casa donde había vivido la mayor parte de mi vida, con el nido vacío, un divorcio en marcha y mi padre en sus últimas semanas de vida. Situación difícil, es verdad, pero yo me sentía más ligera a pesar de las circunstancias. Podía sacar fuerzas para seguir adelante. Volví a sonreír desde adentro, a sonreír de verdad. No, no era ya tan difícil. Hoy, después de terapias de todo tipo, libros, maestros, coaches, gurus, es decir de haber hecho todo lo imaginable por sanar tengo que confesar que a veces la rabia regresa, la depresión me mete cabe.

Ya no hago caso a las personas que me dicen que tengo que pasar página.


Sentía como una necesidad de “tener que estar bien” Entendí que uno se toma el tiempo que necesita para hacerlo. No, no es una competencia. No hay plazos. No hay límite de tiempo. El duelo no se vive solamente cuando hay una muerte, hay duelo cuando hay pérdida y pérdidas tenemos de todo tipo. Me parece que estamos en nuestro derecho de hacer el duelo que sentimos que debemos hacer. Ya sea porque perdimos eso que tanto habíamos soñado, ese matrimonio que se acaba, ese sueño que no se hace realidad, una etapa que termina. No hay tiempos establecidos, el duelo es personal y además no es lineal. Todo en esta vida es un proceso. Y además intervienen infinidad de factores que escapan a nuestro control.

A veces, me pregunto qué hubiese hecho de manera distinta si pudiera retroceder en el tiempo.

Haría muchas cosas de otra manera para hacer de este proceso doloroso per se más llevadero y menos tóxico.

En primer lugar, buscaría una persona de toda confianza discreta, con criterio, esas personas sabias que todos tenemos alrededor nuestro. Esa persona especial para poder desahogarme. No hay que resolver nada. Solo hablar y la otra persona ser lo suficientemente generosa de prestar sus oídos, nada más.

Yo tuve a mi psiquiatra, lo busqué tarde y no creo que tenía el alcance para una situación como ésta. Intuyo que era la primera vez que escuchaba algo así.

En segundo lugar, buscaría un grupo de apoyo. Nadie mejor para entender y ser oídos que mujeres que pasaron por una situación parecida. Creo que ni los mejores terapeutas, con todo el respeto que les puedo tener, pueden ser tan empáticos si ellos mismos no han pasado por una experiencia semejante. Hablar es tan importante. Es crucial, no me cansaré de recalcarlo.

En tercer lugar, estar informada, las mil dudas, sobre todos lo temas que pueden surgir en un matrimonio de estas características. Educarse. Leer. Preguntar. Yo no encontré mucha información. Por eso el motivo de este blog.

En cuarto lugar, buscar ayuda y ayudarse. No como opción sino cómo obligación para con nosotras mismas. Hay actividades que podemos hacer nosotras como ir al cine, ver una puesta de sol, regalarnos un masaje, salir a tomar un café, regar el jardín, escribir. Y hay otras en las que dependemos de otras personas pero que son igual de importantes como ir a terapia, buscar un coach.


*Pronto: un anexo con algunas ideas que espero sirvan de inspiración y/o ayuda.


En quinto lugar, hacerse chequeos regulares. No descuidar la salud ni mental, ni emocional ni física.

Yo me enfermé mental emocional y físicamente. Descuidé mi salud. Me descuidé yo como persona. Mi cuerpo me mandaba señales que yo atendía pero no sabía interpretar. La experiencia fue fuerte, fue mal llevada, tuvo todo tipo de ingredientes. El silencio y el estrés sostenido en el tiempo enferma, y en ocaciones mata.

Al cambiar de perspectiva, es decir al pasar del victimismo y hacerme responsable de mi propia vida, ampliando el lente, como diría una de las que fue mis maestras, fui entendiendo muchas cosas. El proceso de sanación se aceleró y comprendí lo que tenía que aprender. Hacerme consciente de eso que tenía que aprender, y qué tengo que seguir aprendiendo. Además de desarrollar las estrategias para lograrlo.

Estoy haciendo mi tarea y he avanzado considerablemente.

Lo mas bonito de esta actitud es que parece que el Universo te respondiera mandándote a las personas adecuadas en el momento adecuado. Y se va creando una alquimia maravillosa.

Me siento tan agradecida por todas las personas que he ido conociendo en este camino y que hoy tienen un sitio muy especial en mi corazón.


A veces pienso, como Robert Schwartz, ¿y si me matriculé en esta tarea antes de encarnar ?


Me siento muy agradecida. Hay mucho camino por recorrer, todavía. Creo, que lo único que no me arrepiento, es de haber demorado en decírselo a mis hijos, por mas que ellos ya lo sospechaba pero no tenían la confirmación. ¿Cómo les iba a explicar algo que yo misma no terminaba de entender? ¿Cómo les iba a decir algo que no podía verbalizar?

Cuando llegó el momento de contárselo estaba destrozada pero de alguna forma preparada. Sabía un poco lo que podía venir, aunque uno nunca puede anticiparlo realmente. La necesidad de salir del shock, de salir de la pena, de la desilusión y sobre todo quería que crecieran un poquito más, y eso fue lo que me hizo esperar. Además, eso significaba el fin del matrimonio. No había marcha para atrás.

Todos somos generales después de la guerra pero somos soldados en medio de la batalla y peleamos lo mejor que podemos con las armas que tenemos en ese momento. Y digo esto por la infinidad de comentarios y críticas de todo tipo que he recibido. "¿Cómo aguantaste tanto tiempo?" "¡Te pudiste haber muerto!" "¿Y si te daba HIV?" "Te vio la cara de idiota" y puedo seguir. Uno hace lo que puede, lo mejor que puede en el momento que puede. Podrían haber pasado muchas cosas más, es verdad. Suficiente con las que viví.


Sabiendo cuál es el final de la película, las desiciones son mas fáciles de tomar. Cuando hay incertidumbre, confusión, ignorancia, sorpresa, desilusión, responsabilidad, a veces es más difícil tomar la "mejor decisión" mas aun con hijos de por medio.


Hoy, estoy orgullosa de la mujer que soy y veo esta experiencia como algo que tenía que pasar para evolucionar como ser humano, pero sobre todo estoy inmensamente agradecida al Universo por los hijos maravillosos que me ha dado. Hijos que fueron y siguen siendo el mejor apoyo que una madre puede tener y que además y sobretodo un ejemplo de madurez e integridad.

Soñé con darles un hogar estable y feliz, hice todo lo posible. Y creo no equivocarme al afirmar que ellos lo saben.







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